jueves, 13 de diciembre de 2012

Las historias de Gavino Quinde

Gabino Quinde Pintado.

Juan Rodríguez Pérez / Sauce

Hace poco en el I Coloquio de Literaturas Amazónicas se hizo alusión a la guerra que se vivió en San Martín y que no se refleja en su literatura, a pesar de la violencia con que se desencadenó. En este sentido habría que tener en cuenta que los protagonistas involucrados, de alguna manera se vieron favorecidos con el advenimiento de esta guerra que englobaba a dos frentes claramente definidos: narcotráfico y la subversión. Ambos, tomados de la mano, involucraron a la población que despertó y sin saber qué partido tomar optaban por el que les favorecía más a nivel personal como regional.

A pesar de la desgracia que les acogía, el poblador de la selva no perdía su alegría; es así, como afirma Marticorena, que esa alegría amazónica no le permite reflexionar en profundidad sobre la realidad vivida. A pesar de la existencia de material para la elaboración de una narrativa que traspase las fronteras no solo de la región, sino del país, esta no se da, y lo poco publicado no alcanza niveles de repercusión que permitan la reflexión.

Gavino Quinde Pintado, un autor conocido en la región, pero desconocido para la mayoría, en su libro Historias que conmueven (2012) a través de su cuento “Andanzas peligrosas” nos retrata parte de la violencia vivida en la zona de Tocache llegando hasta Campanilla, donde, aprovechando la fuga que se da en medio de la selva y la persecución de parte del grupo sedicioso, le sirve de pretexto para dibujar personajes que ven de diferentes maneras el sistema de vida de algunos pobladores.

No es el único autor, pero me he detenido en él y en este cuento particularmente porque considero que la violencia que describe, especialmente al navegar el río Huallaga, se acerca más a la realidad observada durante mis viajes a esta zona.

Los demás cuentos y relatos que integran el volumen, en su mayoría anécdotas enriquecidas, sutilmente trazadas, con la visión y la calidad de Gavino, tocan diferentes puntos cotidianos, bastante personales, y con el ánimo didáctico. Los cuentos empiezan con una descripción del escenario donde arranca la historia para trasladarnos, poco a poco, a otros escenarios y rematar con un tono de nostalgia.

Punto aparte merecen los cuentos “Abnegada” y “La piedrecilla azul”, la primera por la ternura que nos transmite el autor a través de las aves sobrevivientes al incendio, y el segundo cuento, lleno de imágenes que juega con el surrealismo y la imaginación del lector.

En suma, una colección bastante lograda, con un estilo sencillo, donde se conjuga el humor y la violencia. Sin duda, un autor a tomarse en cuenta.