viernes, 25 de agosto de 2017

Relatos del brujo Welmer

Tomás Gómez Moreno / Pucallpa

Otra vez, como lo hiciera en entregas anteriores, el periodista pucallpino Welmer Cárdenas se vale del relato para construir el texto. En libros como Vientos de ausencia, Los días escondidos o Libélulas rumorosas de la noche, diseña un narrador en primera persona portavoz de sus vivencias reales. Un alter ego indiscutible que ficciona unas historias nacidas en la realidad. Es ese el recurso con el que gana para ellas el realismo propio de la crónica, pero también la persuasión que exige la narración.

En Relatos del brujo Arimuya, Cárdenas desdobla aquel alter ego y proyecta la figura del otro yo en dos personajes: el periodista Marcel y Arimuya, el brujo. A este último delega el autor el rol de narrador y la mayor parte del relato, mientras Marcel, es quien toma constantemente el rol de narratario. De esta manera, asistimos continuamente a la misma escena: Arimuya contando a Marcel (y a través de él, a nosotros) historias de diversa índole: anécdotas personales o relatos de la selva, con matices reflexivos.

El autor insinúa la imagen de Arimuya como la de un sabio curandero, con autoridad en los caminos de la vida y la medicina. Sin embargo, las pláticas con Marcel no revelan el resplandor de un conocimiento profundo y especial. Dan lugar a un monólogo al que el periodista asiste con pocas intervenciones. La pretendida sabiduría de Arimuya deviene en la anécdota descolorida y el recuerdo intrascendente, en el pensamiento trivial y el detalle innecesario. Arimuya, como poblador amazónico, puede ser una voz apropiada para el tipo de historias que nos cuenta. Pero tratándose de un curandero retirado en la selva para llevar una vida espiritual, esperamos algo más de él. Este desfase entre la figura inicial de Arimuya y el contenido de su discurso afecta la verosimilitud del texto.

Por otro lado, mientras más avanzamos en la lectura, más se ahondan las interrogantes acerca de los protagonistas. Es un vacío que se agranda y que insuficientemente cubren algunos hechos sueltos. Desconocemos de donde vienen, cómo llegaron allí, cuándo y de qué manera se conocieron y cuáles son las motivaciones que los han llevado a sostener esos encuentros. Nos hallamos ante dos personajes cuyo contenido queda establecido por lo poco que se nos presenta en el relato, lo cual socava su consistencia.

En Relatos del brujo Arimuya prevalece la descripción y la explicación sobre la acción. Es la propuesta de Cárdenas. Combinando géneros como la memoria, la crónica y el relato, nos ha entregado en ocasiones anteriores estupendos textos marcados por su carácter contemplativo y la reflexión. Esta vez, sin embargo, se distancia bastante de lo mejor que ha escrito.

Este conjunto de pequeños relatos, de breve extensión y limitado vuelo, terminan dando forma a un libro de discreta factura. Resta aguardar sus próximos títulos.