José Luis Ayala / Puno
La escritura creativa tiene dos modos de expresarse, dos lenguajes, dos vertientes definidas: la ficción y la no ficción. La ficción sirve para escribir por ejemplo: cuento, novela, poemas, crítica literaria, periodismo, etc., etc. La escritura de no ficción para escribir libros de investigación científica, de ciencias sociales como historia, sociología, antropología, etc., el escritor no tiene libertad para fantasear a su libre antojo e imaginación. El ensayo en cambio, es un género maravilloso porque permite al autor equivocarse y a la vez emitir opiniones libres, criticar para reedificar una dolorosa realidad. Pero no es ficción, sin embargo, es un género cómodo para emitir opiniones críticas y acercarse sin temor, por ejemplo a una realidad determinada para analizarla.
Pero cuando aparece un libro singular como
Travesuras amazónicas, cuya autora es la narradora amazónica Ana Ríos González, el lector se pregunta: ¿Con qué clase de escritura están registradas esas narraciones? ¿Hasta dónde constituye un transvase de la oralidad a la escritura creativa de ficción? Ese es un tema que los críticos todavía no han trabajado y tendrán que dilucidar. Por eso, la irrupción literaria de Ana Luisa comparada a un río de narraciones selváticas, no solo es un fenómeno esperado hace años, sino que refresca una narrativa peruana citadina empeñada en imitar y aceptar los cánones que impone una mentalidad cultural colonial.
¿Cuál es la técnica literaria con la que desarrolla sus temas? Este es un asunto absolutamente importante plantearlo, antes de entrar a otros comentarios y apreciaciones críticas. Se trata de una acción mixta, de una doble vertiente, debido a la necesidad de una comunicación, destinada a la educación para niños. Primero aparece la expresión de la oralidad como soporte, acompañado de la manera de escribir narraciones que deben leer primero los maestros. Así, esta especie de hibridez narrativa, le otorga al libro un encanto maravilloso, singular, inesperado. Sin duda es también una muestra de un aprendizaje fecundo, de una manera de empezar a escribir, seguramente que después vendrán grandes libros referidos a la Amazonía.
Un cuento desde el punto de vista técnico debe necesariamente tener condiciones básicas para ser tomado en cuenta como tal. Debe tener personajes, circunstancias que traduzcan la condición humana, un adecuado lenguaje como propio, el tiempo en que transcurren los hechos y originalidad. Estas exigencias se cumplen en este libro. Pero como los personajes además de ser seres humanos son animales, es la razón por la que las narraciones se refieren a animales protagonistas que hablan, sufren y viven en un mundo en el que la depredación es una realidad constante.
En efecto, la escritura creativa se abre paso a través de la oralidad con un particular acento. Aparece la riqueza de la realidad cosmogónica que traduce la forma como piensan y hablan los seres humanos y animales, los diálogos son breves y precisos debido a la exigencia de una mentalidad real maravillosa. ¿Es un acto de creación literaria? Por supuesto, las narraciones revelan un universo que no conocemos nada, pero a la vez vienen a ser una realidad en la que todo tiene vida y los animales se comunican. Los árboles, las flores, el agua, las piedras, los astros, pero especialmente los animales más vulnerables tienen el uso de la palabra; en otras palabras, debido a la mentalidad mágico-didáctica de Ana Ríos González, como en el universo aymara y quechua, todos los elementos se comunican, de modo que nada está muerto.
“Travesuras amazónicas” es un libro que debido a la vocación docente de Ana Ríos González, está destinado para los niños, por eso es que tiene un definido criterio didáctico y pedagógico. Fue escrito pensando también que debe servir a los padres y maestros para formar una conciencia ecológica, destinada a la defensa y a salvar a la selva de la depredación como de la inminente extinción del oxígeno. Más allá de todas las narraciones, cuando el lector termina de leer este cautivante libro se pregunta: ¿Entonces, qué sucederá si se destruyen los ecosistemas donde los animales hablan, viven y son libres? ¿Por qué esta clase de libros no leen todos los niños del Perú? ¿Por qué el ministro de cultura y la ministra de educación no reeditan este libro? La respuesta es que están ocupados en otros asuntos más importantes menos en educación ni en cultura, hasta que Nadine Heredia los releve y los mande a sus casas.
Por supuesto que el chullachaki ocupa un lugar central, pero también el waywasitu, la isula, el ratón que se comió la luna, la luna como exótica flor y doncella, el chapito, el jergón, el vacamuchacho, el loro, las luciérnagas, la tartarilla y el manatí. Pero además, las narraciones toman en cuenta a los animales más pequeños como las hormigas. Es decir, que frente al abuso de una narrativa urbana para niños que trata temas intrascendentes, este libro de Ana Ríos González, llega en el mejor momento en que finalmente se ha tomado conciencia de que el Perú ocupa en América Latina, uno de los últimos lugares en lo que se refiere a lectura de niños y adultos.
El chullachaki es un personaje central que pertenece a la mitología amazónica, pero todavía no tiene un escritor que haya realizado un estudio desde un esquema del contraensayo, para realizar una nueva lectura. Hasta ahora se repiten conceptos elaborados por la cultura dominante con un criterio eurocentrista, desde la imposición de ideas que provienen de los medios que propalan una antieducación y antivalores. En realidad se debe hablar de cosmopercepción, frente a la palabra cosmovisión que es un concepto impuesto. En la Amazonía y la cultura andina, el conocimiento no es por la visión, por lo que se ve, sino por lo que se percibe. Ese hecho se registra en este libro, es un aporte que es preciso reconocerle a Ana Ríos González.
"Jeruana, la gergón amargada" es una narración que transcurre “En Angotero, una comunidad kichwa del Alto Napo” y trata de una doncella llamada Jeruana Araco. La abuela le enseñó a valorar su cultura y a trabajar con respeto a la naturaleza. Pero aparece un diálogo, que es el único escrito en quechua. Ana escribe: “Al momento de sacar la greda, los padres de Jeruana pronunciaron el siguiente discurso:
- Sapira mama kampa allpata kuyaway ñuka minishtiskata rurankapa (Madre de la greda, por favor, regálame tu greda para hacer lo que necesito”.
Un trabajo que falta hacer es registrar la nueva y dolorosa realidad lingüística y cultural de la Amazonía, pero no solo de la Amazonía sino del Perú. Tenemos el deber moral de leer la realidad peruana para saber qué hemos sido, qué somos y qué queremos ser. Pero como hay temor a verdad y a las cifras, los gobiernos siempre manipulan las estadísticas, se dice que el Perú crece económicamente como ningún país en América Latina, pero la pobreza y la desigualdad crecen mucho más. Mientras tanto, es la literatura que suple a los estudios sociales, un ejemplo es el libro precisamente de Ana Luisa Ríos González, en el que se revela un mundo condenado a desaparecer, si es que el Estado peruano, en realidad el pueblo peruano no toma una determinación política.
Cuando desaparece una lengua o una cultura es grave para la integración y el imaginario colectivo. Ninguna cultura es mejor que la otra, solo hay culturas dominantes y dominadas. De allí la necesidad de que los escritores decidan hacer lo que el Estado no hace, por ejemplo, quisiéramos pedirle a Ana Luisa que escriba un
Diccionario de la cosmopercepción de la Amazonía. Su libro tiene conceptos esenciales de un trabajo que puede ampliar, ese es el comienzo. Ese sería un gran aporte, después no tendrá necesidad de recurrir a otras fuentes para escribir cuentos y novelas. Por supuesto, cualquier investigador puede escribir un libro sobre este tema, pero es mejor que lo haga una persona que conozca los idiomas, las mentalidades, que hable con la gente y recurra a las fuentes más autorizadas.
Seguramente que Ana Ríos González seguirá escribiendo otros libros de mayor aliento y depurado oficio. Por lo que es lícito pedirle que trabaje rescatando otros idiomas y temas, de modo que sus cuentos y novelas sean creados con un lenguaje híbrido amazónico. Eso es lo que esperamos de ella. Sabemos también que no se trata de una narradora con una evidente orfandad ideológica, sino que tiene un compromiso pedagógico-ideológico con el Perú esencial. Esperemos sus libros escritos como decía Gamaliel Churata,
desde la célula, para traducir la tragedia y maravillosa experiencia humana, de haber nacido, amado, escrito y luchado por un proceso de descolonización cultural como ideológica en el Perú, desde el fondo de América.