Maicol Estiben Vásquez / Chazuta
Este es uno de los peores libros publicados en la región San Martín, y su autor, con toda seguridad, una de las mentes más “raras” que, siendo agrónomo, ha incursionado en las letras, lo que no es de sorprender, como creo que, en mi humilde opinión, puede fácilmente demostrarse.
Por ejemplo, en las primeras 5 páginas del libro, que copia el título de la telenovela mexicana “Nada personal”, el autor, como lo muestro ahora, coloca, en esas páginas dichas, unas 10,500 comas de oraciones intermedias, 12,356 “que” y 5,678 “cuando”, lo que es irritante para cualquiera que busque buena literatura. Pero este libro, que comento, no es propiamente literatura, sino venganza personal, o sicariato narrativo, contra quien le dio casa y comida algunos años, mientras el susodicho, como lo define Google que acabo de revisar, fue un “mantenido” a la caza de nuevas víctimas, con habilidades de arqueólogo, o como decían los que mejor lo conocen, de gerontólogo, por lo que le llamaban "Doctor", pedía prestado aquí y allá, vendiendo sus malos libros donde se pueda, promocionando su foto, perdón, sus fotos, porque en toda la historia jamás se vio que, en una sola página de un periódico, hubiese 20 fotos juntas del mismo autor, aunque es bueno aclarar que solo una vez llegó a 10 fotos del mismo autor por página, lo que nos muestra, como dije antes, el ego más “raro” del mundo.
Pero centrémonos en “No es nada personal” (Ed. Rezistencia 2012), el libro que nos ocupa. Según el diccionario Coquito, lo que el autor hace precisamente es algo personal, desvela intimidades de la pareja, lo que no está mal si eres cobarde, a menos que esta luminaria de la literatura sanmartinense, este escultor de la palabra, bendecido por quién sabe qué sueños de grandeza, haya inventado la narrativa de la cobardía, o la narrativa abstracta, o la narrativa sicaria, quién sabe.
Para terminar, el autor incluso añade poemas a su libro, estilo “mi mamá me ama” o quizá “el cielo es lindo, el árbol bonito” y cosas así, casi narrapoesía o algún invento neocajamarquino tarapotense. Lo que nos deja dudas es, en el mismo estilo, señalar que si el autor fue expulsado de Moyobamba cuando pedía dinero al gobierno regional, fue expulsado de la municipalidad de Tarapoto el año pasado y de tantas dependencias y municipalidades, por pedir dinero a todos con el cuento de los libros, ¿escribirá también libros de venganza personal, como el que comentamos ahora, contra escritores que conocieron su lambisconitud cotidiana: deberán temblar Luis Salazar Orsi, Yolanda Rojas, Luis Alberto Vásquez? ¿Debería temer el alcalde de Tarapoto, que conociéndolo mejor, expulsó al que podríamos llamar, además de agrónomo de las letras, y de “vengador literario”, el más expulsado del mundo? Y nos preguntamos, ¿cómo el alcalde de Morales, acaso sin saber, aceptó financiar al autor que nos ocupa la Feria de libro de Morales, este año, que fue un fracaso total, una estafa al dinero de miles de moralinos, una feria para llorar, pues además de los niños que llevaron a la fuerza, no fue ni un alma, salvo los autores invitados? ¿Deberán temblar los escritores de Rezistencia, el grupo que formara el autor susodicho, el del ego más grande del mundo, que renunció al grupo días antes de la Feria solo para llevarse solito el financiamiento del alcalde de Morales? Estas preguntas apuntan a saber si todos deberemos esperar venganzas del “agrónomo vengador”, si todos tendremos nuestro artículo o nuestro libro.
Como ya se habrán dado cuenta, este artículo no es nada personal, que en palabras del autor, también debería llamarse “hombrecito de nieve” (p.16), es decir, que cuando “habla, casi todos callan y escuchan su discurso”, esta vez un acierto de este malísimo libro para referirse al mismo autor.
Y yo aquí, en mi casita de Chazuta, en una cabina de internet, alistándome para nuevas reseñas de “El Arbol”, otro libro predecible, enredado y muy mal escrito, con errores que escandalizaría al diccionario Coquito, y “Yakuruna”, una obra tan mala como ya nos tiene acostumbrados su autor. Y quizá, también, una Carta abierta al alcalde de Morales, a ver si explica la estafa a los moralinos. De nada.
Este es uno de los peores libros publicados en la región San Martín, y su autor, con toda seguridad, una de las mentes más “raras” que, siendo agrónomo, ha incursionado en las letras, lo que no es de sorprender, como creo que, en mi humilde opinión, puede fácilmente demostrarse.
Por ejemplo, en las primeras 5 páginas del libro, que copia el título de la telenovela mexicana “Nada personal”, el autor, como lo muestro ahora, coloca, en esas páginas dichas, unas 10,500 comas de oraciones intermedias, 12,356 “que” y 5,678 “cuando”, lo que es irritante para cualquiera que busque buena literatura. Pero este libro, que comento, no es propiamente literatura, sino venganza personal, o sicariato narrativo, contra quien le dio casa y comida algunos años, mientras el susodicho, como lo define Google que acabo de revisar, fue un “mantenido” a la caza de nuevas víctimas, con habilidades de arqueólogo, o como decían los que mejor lo conocen, de gerontólogo, por lo que le llamaban "Doctor", pedía prestado aquí y allá, vendiendo sus malos libros donde se pueda, promocionando su foto, perdón, sus fotos, porque en toda la historia jamás se vio que, en una sola página de un periódico, hubiese 20 fotos juntas del mismo autor, aunque es bueno aclarar que solo una vez llegó a 10 fotos del mismo autor por página, lo que nos muestra, como dije antes, el ego más “raro” del mundo.
Pero centrémonos en “No es nada personal” (Ed. Rezistencia 2012), el libro que nos ocupa. Según el diccionario Coquito, lo que el autor hace precisamente es algo personal, desvela intimidades de la pareja, lo que no está mal si eres cobarde, a menos que esta luminaria de la literatura sanmartinense, este escultor de la palabra, bendecido por quién sabe qué sueños de grandeza, haya inventado la narrativa de la cobardía, o la narrativa abstracta, o la narrativa sicaria, quién sabe.
Para terminar, el autor incluso añade poemas a su libro, estilo “mi mamá me ama” o quizá “el cielo es lindo, el árbol bonito” y cosas así, casi narrapoesía o algún invento neocajamarquino tarapotense. Lo que nos deja dudas es, en el mismo estilo, señalar que si el autor fue expulsado de Moyobamba cuando pedía dinero al gobierno regional, fue expulsado de la municipalidad de Tarapoto el año pasado y de tantas dependencias y municipalidades, por pedir dinero a todos con el cuento de los libros, ¿escribirá también libros de venganza personal, como el que comentamos ahora, contra escritores que conocieron su lambisconitud cotidiana: deberán temblar Luis Salazar Orsi, Yolanda Rojas, Luis Alberto Vásquez? ¿Debería temer el alcalde de Tarapoto, que conociéndolo mejor, expulsó al que podríamos llamar, además de agrónomo de las letras, y de “vengador literario”, el más expulsado del mundo? Y nos preguntamos, ¿cómo el alcalde de Morales, acaso sin saber, aceptó financiar al autor que nos ocupa la Feria de libro de Morales, este año, que fue un fracaso total, una estafa al dinero de miles de moralinos, una feria para llorar, pues además de los niños que llevaron a la fuerza, no fue ni un alma, salvo los autores invitados? ¿Deberán temblar los escritores de Rezistencia, el grupo que formara el autor susodicho, el del ego más grande del mundo, que renunció al grupo días antes de la Feria solo para llevarse solito el financiamiento del alcalde de Morales? Estas preguntas apuntan a saber si todos deberemos esperar venganzas del “agrónomo vengador”, si todos tendremos nuestro artículo o nuestro libro.
Como ya se habrán dado cuenta, este artículo no es nada personal, que en palabras del autor, también debería llamarse “hombrecito de nieve” (p.16), es decir, que cuando “habla, casi todos callan y escuchan su discurso”, esta vez un acierto de este malísimo libro para referirse al mismo autor.
Y yo aquí, en mi casita de Chazuta, en una cabina de internet, alistándome para nuevas reseñas de “El Arbol”, otro libro predecible, enredado y muy mal escrito, con errores que escandalizaría al diccionario Coquito, y “Yakuruna”, una obra tan mala como ya nos tiene acostumbrados su autor. Y quizá, también, una Carta abierta al alcalde de Morales, a ver si explica la estafa a los moralinos. De nada.
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