jueves, 1 de marzo de 2012

Semblanza de Miguelina Acosta Cárdenas


Miguelina Acosta.

Elizabeth Caviedes Torres / UNMSM
  
Miguelina Aurora Acosta Cárdenas nació en el departamento de Loreto el 23 de noviembre del año 1887, según consta en su partida de bautismo. Hasta este momento se venía manejando para su nacimiento la fecha del 23 de octubre, que es la que consigna su gran amiga Dora Mayer en sus Memorias. Acerca de la ciudad de su nacimiento, Elvira García y García afirma en su obra La mujer peruana a través de los siglos, que fue Moyobamba. Sin embargo, en sus documentos universitarios figura Yurimaguas como su ciudad de origen. No sabemos todavía con certeza cual de las dos ciudades fue su ciudad natal, pero indudablemente fue loretana.

Debido a que en su ambiente familiar se vivió una atmósfera de libertad, de equidad y de unión, Miguelina siempre se caracterizó por su independencia, era dueña de un espíritu libre y de una gran generosidad.

Como hija de un cauchero, tuvo la oportunidad de viajar y estudiar en Europa. Conoció distintas ciudades y aquí tuvo contacto con nuevas y más avanzadas ideas. A su regreso y con la decisión de establecerse en Lima quiso ingresar en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Se encontró con un obstáculo, pues no obstante su preparación no fue recibida por faltarle los documentos que certificaran haber cursado estudios secundarios. Así que se propuso volver a realizar dichos estudios en conformidad con el plan vigente en ese entonces. Una vez con los certificados pudo ser admitida como alumna en la Facultad de Letras, donde no sólo tuvo que sobrellevar burlas de algunos compañeros a las que supo hacer frente con un proceder correcto y algunas muestras de su carácter, sino también con el desdén de algunos profesores.

Una vez que terminó sus estudios en la Facultad de Letras, ingresó en la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Políticas en donde se graduó en el año de 1920 con la tesis “Nuestra institución del matrimonio rebaja la condición jurídica social de la mujer”. Más tarde, obtuvo el grado de doctor con la tesis: “Reformas necesarias del código civil común peruano tendientes a hacer efectiva la igualdad civil y jurídica del hombre y la mujer”.

Fue la primera abogada en el Perú que abrió su estudio al público, y ejerció su profesión defendiendo causas obreras y de mujeres. Asimismo, fue presidenta de la Federación de Universitarias Peruanas que congregaba a estudiantes universitarias y profesionales. Esta federación tenía como objetivo mantener un intercambio intelectual con todas las instituciones femeninas del país y del extranjero, especialmente con las de índole estudiantil. Entre sus propuestas se encontraban generalizar la educación secundaria para las mujeres e incrementar las organizaciones obreras femeninas. Para conseguir este objetivo, se propuso desarrollar un plan de extensión universitaria, organizando comisiones de propaganda y enseñanza.

Estuvo comprometida con las circunstancias de la sociedad de su tiempo. Fue integrante de la Asociación Pro-Indígena y codirigió el semanario La Crítica junto con Dora Mayer entre los años de 1917 a 1919. Aquí también fue redactora y hacían visibles cuestiones que para otros medios escritos quedaban ocultos.

También, fue secretaria de las asociaciones feministas Evolución Femenina, Sección femenina de la Liga Agraria y de su anexo El Bazar Nacional. Fue socia honoraria de la Sociedad Labor Feminista y presidenta del Comité femenino Pro-Abaratamiento de las Subsistencias.

Participó en la Conferencia Pan Americana de Mujeres que se llevó a cabo en Lima en 1924, con la ponencia Creación de maestros rurales ambulantes. Formó parte de la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad en el Perú.

Estuvo muy cercana al movimiento obrero, sobre todo al anarcosindicalismo. Es así que, pronunciaba discursos en las conmemoraciones de las organizaciones obreras, tanto como en las sedes de la Universidad Popular Gonzáles Prada. Fue simpatizante de las ideas anarquistas, ya que éstas no sólo propugnaban una sociedad más justa, sino que reconocían un papel importante de la mujer en el proceso de transformación que proponían.

Siempre preocupada por la educación y convencida de que con ésta se lograría una sociedad más equitativa, defendió una instrucción racionalista y laica para las mujeres. Es por ello que se dirigió a las mujeres obreras, para que cultivaran sus mentes y de ese modo destruyeran la ignorancia, al igual que los prejuicios que obstaculizaban el desarrollo de su papel de formadora de las futuras generaciones. Para tal propósito, decía ella, era necesario que asistieran a los centros donde se impartían los conocimientos que las emanciparían, tales como las universidades populares, de tal modo que adquirieran una cultura integral.

Defendió el derecho de las mujeres al trabajo y a un salario justo, de la misma manera que reflexionó acerca del respeto hacia la mujer tanto en las esfera doméstica como en el ámbito público, declarándose en contra de que las mujeres fueran tuteladas.

Sus ideas indicaban una mente lúcida y progresista pero por ellas y por ser mujer, tuvo algunas dificultades al ejercer su profesión y se le cerraron algunas puertas. Aún esto no la desalentó y continuó dictando clases en las escuelas de capacitación obrera dirigidas a mujeres, donde también disertaba acerca de los derechos de la mujer. Asimismo, fue profesora de la Universidad Popular Gonzáles Prada en Jauja.

Escribió artículos para diferentes publicaciones, entre ellas La Crítica, en los últimos años de la década de 1910, El Obrero Textil y en Amauta durante la década de 1920. Miguelina Acosta Cárdenas hizo unas precisiones a propósito de la región de Loreto, que José Carlos Mariátegui menciona en el capítulo Regionalismo y Centralismo en su obra 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana.

Esta mujer que creía firmemente en sus principios, falleció el 26 de octubre de 1933. Tuvo una vida muy frutífera y su legado le sobrevive, muchas de las cosas que las mujeres disfrutamos hoy se lo debemos a mujeres que, como ella, supieron luchar aún con las condiciones en contra.

Este es un esbozo de un estudio más amplio sobre Miguelina Acosta Cárdenas. Es importante conocer su obra, ya que no sólo forma parte de la historia social en nuestro país, sino también de la historia de cada una de nosotras, las mujeres.

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Este texto es un trabajo muy inicial sobre Miguelina Acosta Cárdenas y su versión original fue escrita para otro blog con algunas imprecisiones que una mayor investigación permitió corregir. Esta es la versión actualizada de aquel texto. Nótese el cambio en la fecha y lugar de nacimiento, éste último no figura en la partida de bautismo. La fotografía que acompaña este texto me fue proporcionada por el historiador Walter Huamani.




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